Hablar de Innovación nos obliga a apoyarnos en innumerables Teorías y
Definiciones oficiales, cuyo desarrollo está, aquí, fuera de lugar. Baste
citar, como referencia indispensable, y bases conceptuales de la I+D+i,
a Michael
Porter, que, en su “Ventaja Competitiva de las Naciones” fundamenta el
éxito de la empresa en sus estrategias de mejora e innovación, en su voluntad
resuelta e competir y en una interpretación realista de su entorno y la forma
de mejorarlo. Igualmente el Manual de Frascati, que define la Investigación
como una actividad cuyos fines se circunscriben al incremento del conocimiento,
sin perseguir, en principio, aplicación específica del resultado. Del mismo
modo, define el DesarrolloTecnológico como el trabajo
sistemático basado en el conocimiento derivado de la investigación y la
experiencia, dirigido a producir nuevos materiales, productos y servicios; a
instalarlos o a mejorar sustancialmente aquellos que estuvieran
previamente producidos o instalados. Y, por fin, el Manual de Oslo nos define la
Innovación como la conversión del conocimiento tecnológico en
nuevos productos, servicios o procesos para su introducción en el mercado, así
como los cambios tecnológicamente significativos en los productos,
servicios o procesos que ya se encuentran en el mercado.
Asumidos todos ellos y proyectándolos al entorno que aquí nos interesa – el
de las actividades internacionales de la empresa – conviene resaltar la
existencia de numerosos trabajos cuyos resultados empíricos
constantes y contundentes confirman nuestra afirmación contenida en el
párrafo inicial de este post en el ámbito internacional: la Innovación es uno
de los elementos indispensables, también, del éxito y la continuidad en los mercados
exteriores. Más aún si consideramos que la concurrencia de la oferta es muy
superior en el “campo de batalla” internacional, incrementando de forma
considerable la dificultad de consecución de ventajas competitivas. Hasta
tal punto que cabría plantearse lo que, de forma simplificada, consideramos una
teoría basada en la experiencia práctica en la gestión de Consulting con
nuestras empresas durante muchs años: “El proceso de la Internacionalización
es Insostenible sin la Innovación que, a su
vez, es imposible sin la Investigación”.
Tal dificultad – generalizada para todo tipo de empresas – se agrava de
forma considerable cuando la empresa carece de recursos para poder desarrollar
el ejercicio básico de la Investigación, avocándola en tales circunstancias a
un casi inevitable fracaso en el desarrollo rentable de sus actividades.
De tal modo que las Pymes, por definición escasas de medios, se
encuentran en una posición harto desfavorable para llevar a cabo una proyección
internacional adecuada: la aplicación de nuestra teoría concluiría, por tanto,
que la Internacionalización de las pequeñas empresas constituiría una misión
prácticamente imposible ante su incapacidad de desarrollar el proceso innovador
desde su inicio. Si, por añadidura, enfocamos nuestro análisis en un segmento
de Pymes en auge – las EBT, de base tecnológica, o “startups , perceptoras
de un interés creciente desde todos los estamentos económicos, en las
que su actividad consiste fundamentalmente en la invención y la innovación – el
panorama resultaría verdaderamente sombrío en cuanto a sus propósitos de
Internacionalización.
Nuestro propósito, sin embargo, es poner énfasis en la existencia de
particularidades claras que hacen que podamos afrontar el panorama con
optimismo y la más importante, sin duda, se refiere a la capacidad y el talento
de nuestros jóvenes emprendedores y pequeños empresarios: la experiencia
práctica nos lleva a la convicción de que sus aptitudes y competencias, unidas
a su capacidad imaginativa y creativa les hacen gozar de una posición
sobresaliente en el área del emprendimiento…y es desde ese terreno del talento
de donde arranca cualquier proyecto de carácter empresarial. La evidencia
de la existencia de la “materia prima” necesaria se ve reflejada en el
creciente número de empresas que están apareciendo en la última década con sus
objetivos de acción puestos en los mercados exteriores desde su inicio y
concepción: ese fenómeno de las “born global” que venimos analizando en
algunos de nuestros posts y cuyo activo fundamental es, precisamente, el
talento.
La convicción de la existencia de muchos proyectos de pymes con
capacidad y talento para innovar y competir en los mercados exteriores, nos
impulsa a lanzar un mensaje de esperanza y proponer un análisis en mayor
profundidad de sus debilidades en el campo de la innovación, que se
concentran en la carencia de los medios a su alcance en los estadios básicos
del proceso I+D+i y en los financieros para llevar a la práctica la gestión
real de los proyectos en los mercados internacionales, así como a proponer a
quienes pueden contribuir con sus recursos – instituciones oficiales,
organizaciones financieras públicas y privadas, universidades, grandes
empresas, entre otros – a la resolución de tales carencias, para beneficio de
todos ellos. P. Lalanda II